28 de julio de 2011

Escuchar hasta la última gota

He venido a España de nuevo, igual pero diferente. En búsqueda de respuestas…
Y es verdaderamente impresionante la manera en que las he encontrado.
Muchas de ellas en los lugares más insospechados.
Es como si la vida hubiera decidido jugar conmigo a las escondidas, poniéndome pistas a lo largo de este viaje.
Cuando escribí sobre mis expectativas de esta visita, que por cierto compartí con algunos, comenté que significaba para mí cumplir una meta que me había marcado años atrás, pero además, que representaba un encuentro (reencuentro) conmigo.
”…Ahora me pregunto ¿qué sigue? Y no tengo la respuesta, de hecho, sé que voy al encuentro no de una, no sólo de ésta, sino de muchas respuestas.
Lejos de aquí estaré frente a frente. Enfrentando miedos y redefiniéndome...Planeando nuevas ilusiones, enfocándome hacia nuevos anhelos, tomando nuevamente rumbo…”
Mis mensajes a descifrar empezaron en Barcelona. En un pequeño restaurante, en una mesa que daba a la ventana y unos libros sobre un estante justo frente a mí. Recuerdo que tomé uno que se llamaba “Relatos” y lo abrí en una página cualquiera, mi sorpresa no fue poca. ¿Acaso eran ese texto, ese lugar, esas palabras para mí?
“No fue el interés artístico, ni el deseo de bucear en el gran pasado histórico de mi país de origen lo que me llevó a regresar a España. Fue una huida, una simple y cobarde huida; la necesidad de esconderme durante un tiempo, de estar sola –yo que en la base siempre había estado sola- para pensar con calma en el cambio que se estaba produciendo en mi vida o que estaba a punto de producirse, si yo lo quería” 
Impresionante, la piel se me enchinó cuando leí ese fragmento, no leí más, sólo eso, y eso bastaba.
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No niego en absoluto que ha sido una experiencia enriquecedora, una de las mejores de mi vida.
Pero aunque todo puede parecer color de rosa, ¿quién “padecería” por conocer Madrid, Barcelona, París, Sevilla, Córdoba, Segovia…? Hay circunstancias que no han sido fáciles lejos de casa. Vivir en una realidad que no es la tuya tiene sus “contras”, sus incomodidades.
Virginia Navarro, una de las profesoras de mi curso, llegó a clase con un planteamiento que me cimbró en demasía, asegurando que a veces hace falta salir de la zona de confort y utilizar la experiencia y nuevos métodos para el crecimiento.
 “Si haces lo que has hecho siempre, no llegarás
más lejos de lo que siempre has llegado”, afirmó.
¡Ésa era la respuesta! Ése era el motivo del por qué yo estaba lejos. Yo quiero, por supuesto, llegar más lejos.
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Días después cayó en mis manos otro libro, ¿su nombre? “Piensa, es gratis”.
¿Será que la inercia me lleva a ver ese ‘metalenguaje a conveniencia’? ¿O es la claridez de lo que busco lo que me permite encontrar las palabras precisas?
Vean.
 “A todos nos llega la época de las grandes preguntas personales, aquellas que nos hacemos para decidir qué vamos a hacer con nosotros mismos. Es entonces cuando entramos en esa fase trascendente de rastrillar los deseos, los intereses, los conocimientos y las experiencias, las aficiones, las vocaciones, las pasiones, los acompañantes, los amigos y padrinos, los entornos que nos van a ayudar y los que nos pueden desviar. Hay que entrar en un proceso de sublime introversión, de volar entre los deseos atentos a que nuestra pista despegue y nuestra propia energía va a servirnos para alzarnos.” 
¡De verdad parece que estoy conversando con la vida!
En este libro, y con la reflexión de la última clase que tuve con Alfredo Arceo, el coordinador general del Curso de Comunicación de la Complutense, corroboré que uno necesita hacer su plan propio, que debe identificar sus metas, establecer su estrategia, ejecutar y evaluar.
 “(Hacer un plan) no es el diario íntimo donde algunos describen su pasado, es el mapa de nuestro futuro deseado y sus posibles rutas. Cuantas menos palabras más concreción y menos dudas”, leía en el libro… 
“Simplificar el problema”, diría Arceo.

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Agradezco la compañía a distancia de las personas queridas, la complicidad andante de mi gran amiga, las amistades encontradas, el aprendizaje, y un sinfín de vivencias inolvidables…
He encontrado, sin buscar, las respuestas esperadas. Evidentemente las más importantes estuvieron en un lugar que sólo yo conozco: mi corazón.
Y cierto, un viaje mueve sentimientos, pero en mayor medida revolotea ideas y agita reflexiones.
Hoy sé que quiero seguir subiendo al cielo a pintar sueños, pero convencida de volver, cada vez más pronto, para aterrizarlos en realidades.
A un día de irme y sin pretensiones de ningún tipo agrego una última frase que ha llegado a mí en este fase final de mi visita:   ”Frente al espejo te ves igual, pero sin la menor duda te sabes mucho mejor”.
No cabe duda que a la vida también hay que aprender a escucharla.